martes, 12 de mayo de 2009

LOS FELICES AÑOS 20 Y EL CRACK DEL 29

AQUÍ OS DEJO ALGUNOS TEXTOS; ALGUNOS LOS HEMOS TRABAJADO EN CLASE, OTROS SON NUEVOS. ESPERO QUE OS SIRVA:

“Mientras los EE.UU. sólo eran productores de materias primas, el mundo seguía su camino fijándose en la moda francesa para los vestidos, las joyas o los perfumes; comerciando según los métodos ingleses; viajando a Alemania para buscar ciencia y música. Pero nosotros ahora hemos cambiado todo eso. El jazz americano está a punto de expulsar a Wagner de Alemania, la arquitectura americana supera a la de la Grecia clásica, el cocktail americano ha conquistado los cafés de París y los boxeadores ingleses se naturalizan americanos.”
Recogido por David Solar. Boletín de la Sociedad Geográfica de los EE.UU.
“La clase alta, sin embargo, dueña del poder y de la riqueza, no se dio cuenta del peligro que amenazaba el frágil equilibrio de su posición. Los ricos se divertían bailando el charlestón y los nuevos ritmos el jazz, el fox-trot y unas cumbias de negros que eran una maravillosa indecencia. Se renovaron los viajes en barco a Europa, que se habían suspendido durante los cuatro años de guerra y se pusieron de moda otros a Nortameamérica. Llegó la novedad del golf, que reunía a la mejor sociedad para golpear una pelotita con un palo, tal como doscientos años antes hacían los indios en esos mismos lugares. Las damas se ponían collares de perlas falsas hasta las rodillas y sombreros de bacinilla hundidos hasta las cejas, se habían cortado el pelo como hombres y se pintaban como meretrices, habían suprimido el corsé y fumaban pierna arriba. Los caballeros andaban deslumbrados por el invento de los coches norteamericanos, que llegaban al país por la mañana y se vendían el mismo día por la tarde, a pesar de que costaban una pequeña fortuna y no eran más que un estrépito de humo y tuercas sueltas corriendo a velocidad suicida por unos caminos que fueron hechos para los caballos y otras bestias naturales, pero en ningún caso para máquinas de fantasía. En las mesas de juego se jugaban herencias y las riquezas fáciles de la posguerra, destapaban el champán, y llegó la novedad de la cocaína para los más refinados y viciosos.”
Isabel Allende. La Casa de los Espíritus. Ed. Plaza y Janés. Barcelona, 1992.
“Hasta durante los años de la prosperidad la situación de los campesinos se había convertido en crítica; en el período 1927-1928, por ejemplo, un 45% de las transferencias de la propiedad inmobiliaria fueron debidas a las quiebras, las ejecuciones fiscales u otras causas del mismo tipo (...) Las fuertes bajas de los precios agrícolas no representaron un aumento correspondiente de la demanda, y tampoco tuvieron como consecuencia una disminución de la producción como ocurría en la industria, sino que provocaron un incremento del cultivo, esperando compensar la pérdida sobre el precio unitario, al aumentar la cantidad de unidades producidas”.
H. Gideouse. Revista económica internacional. 1934
“Para aquellos de nosotros que vivimos los años de la Gran Depresión, todavía resulta incomprensible que la ortodoxia del mercado libre, tan patentemente desacreditada entonces, haya podido presidir nuevamente un período general de depresión a finales de los ochenta y principios de los noventa, en el que se ha demostrado igualmente incapaz de aportar soluciones. Este extraño fenómeno debe servir para recordarnos un gran hecho histórico que ilustra: la increíble falta de memoria de los teóricos y prácticos de la economía. Es también una clara ilustración de la necesidad que la sociedad tiene de los historiadores, que son los “recordadores” profesionales de lo que sus ciudadanos desean olvidar.”
E. Hobsbawm. Historia del siglo XX
“Muy pronto, un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la de mi país. Era un asuntillo llamado mercado de valores (...). Si uno compraba ochenta mil dólares de acciones, sólo tenía que pagar en efectivo veinte mil, el resto se le dejaba a deber al agente (...). El mercado seguía subiendo y subiendo (...). Lo más sorprendente del mercado en 1929 era que nadie vendía una sola acción. La gente compraba sin cesar (...). El fontanero, el carnicero, el hombre del hielo, todos anhelando hacerse ricos arrojaban sus mezquinos salarios –y en muchos casos los ahorros de toda la vida– en Wall Street (...). Un buen día el mercado empezó a vacilar. Algunos de los clientes más nerviosos fueron presa del pánico y empezaron a vender (...); al principio las ventas se hacían ordenadamente, pero pronto el pánico echó a un lado el buen juicio y todos empezaron a lanzar al ruedo sus valores (...) y los agentes empezaron a vender acciones a cualquier precio (...). Luego, un día, Wall Street tiró la toalla y se derrumbó. Eso de la toalla es una frase adecuada porque para entonces todo el país estaba llorando.”
Groucho Marx. Groucho y yo, 1981.
“Edward Stone, importante especulador bursátil, llegó a casa a las seis de la tarde del Jueves Negro. Con los ojos enloquecidos gritó a su hija Edith:
- No podemos conservar nada. No tengo ni un centavo. La Bolsa se ha hundido. Nos hemos quedado sin nada. ¡Nada¡ ¡Voy a matarme¡ Es la única solución. Tendréis el seguro...
Y echó a correr en dirección a la terraza (...). Un paso le separaba de la barandilla cuando Edith logró agarrarle un pie y retorcérselo hasta derribarlo (...). Entonces intervino la esposa, que le abofeteó repetidas veces y, al fin, Edward Stone empezó a reaccionar (...). Todo había pasado en menos de cinco minutos. Comenzaron a llegar los criados, a quienes hubo que decir que se había caído.
Al final, ya más calmado y en su habitación junto a su mujer e hija, logró contar lo ocurrido. Estaban en la más completa miseria. Ese día había perdido más de cinco millones de dólares.
Gordon Thomas. El día en que se hundió la Bolsa. 1984
Nada hacía presumir en aquella apacible mañana otoñal del jueves 24 de octubre, que pasaría a la historia como una de las fechas negras del siglo, el jueves negro de Wall Street.
La sesión bursátil se inició de forma sostenida, pero en seguida afluyeron grandes cantidades de papel y se hundieron los precios. Los angustiados especuladores arrojaron sus títulos sobre las mesas de contratación. El ticker (teletipo) se retrasó. Los agentes de bolsa exigieron garantías para los títulos a crédito y ante la imposibilidad de obtenerlos, volcaron nuevas remesas de papel sobre la bolsa, ocasionando nuevas bajadas. Y así ola tras ola, levantando una tempestad más fuerte e incontrolable.
En la calle se originaron tumultos entre especuladores y curiosos que se arremolinaban en Wall Street. La policía tomó medidas. Entre los corrillos circuló el rumor de que once especuladores arruinados se habían suicidado. A las 12'30, para controlar el follón, se ordenó desalojar las dependencias de la bolsa reservadas al público. Uno de los que salió a la calle fue Winston Churchill, que pocos meses antes había abandonado el Ministerio de Hacienda británico.
Churchill se admira del “orden y la calma sorprendentes” que, dada la gravísima situación, mantenían los especuladores que estaban allí (...) ofreciéndose unos a otros paquetes enormes de acciones a un tercio de sus antiguos precios y a la mitad e su valor actual y sin encontrar durante muchos minutos a nadie lo bastante fuerte como para recoger las fortunas que se veían obligados a ofrecer”. Churchill, que llevaba tres meses en América dando conferencias y visitando amigos, había obtenido unas ganancias de na 5.000 libras jugando a la bolsa. Debió perderlo todo en el crack, pero jamás lo hizo público.”
David Solar. El crack. Historia Universal del siglo XX. Historia 16
“¿Tú crees que el hambre es necesaria? ¿Quizá la has conocido ya? Veinte millones de alemanes tienen hambre como tú (...) Mañana, volverás a la oficina de colocación y te apuntarás. Aparte de esto, no tendrás nada más que hacer mañana (...) El número de parados ha aumentado en cuatro millones. ¿Crees tú que este número bajará si no cambian los métodos? (...). Tenemos todo lo necesario: la tierra que produce el pan, las manos que trabajan, las máquinas que podrían fabricar en abundancia todo lo que nos hace falta. ¿Por qué, entonces, estar hambrientos? (...) ¿Te parece todo esto normal? Entonces ve y vota por quienes han hecho una política que no ha cambiado en nada nuestra miseria, sino que por el contrario, la aumenta cada año. Pero si te queda tan sólo un rayo de esperanza, ¡entonces vota a los nacionalsocialistas¡ que piensan que todo esto se puede cambiar. ¿Qué dice Hitler de esta situación? ¡No dice nada¡ ¡Adolf Hitler haría algo¡ ¡No se quedaría quieto esperando que extranjero tenga ganas de chuparnos todavía más dinero¡ Lo que haría Adolf Hitler está todo preparado y a punto. Hitler solo espera el día en que tú decidas por él, para poder ayudarte.”
Propaganda nazi en las elecciones de Prusia. Abril de 1932

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